EL SUEÑO

 Miró por última vez el despertador, las tres de la madrugada, todavía quedaba tiempo para poder descansar. Sin embargo, el sueño no llegaba y la ansiedad se incrementaba, volvía el miedo, como cada noche. Los fantasmas regresaban, las voces retumbaban en su mente, los músculos se tensaban, el corazón latía con fuerza... Intentó dejarse llevar, volvió a mirar el despertador, las tres y diez. Ya nunca volvió a cerrar los ojos.

LA VIDA

 Cada día repetía el ritual de una manera precisa, casi obsesiva, apagaba el despertador, se levantaba, se duchaba, se vestía y se asomaba a la ventana. Yo me acostumbre a verla siempre en el mismo lugar, tan quieta, mirando al infinito como si esperara encontrar una señal, prisionera del tiempo... Hoy la ventana está cerrada.

EL TABACO

 Nunca he fumado, ni tan siquiera en una celabración, ni cuando los amigos, en esa edad tonta, comienzan a probarlo. Siempre me mantuve firme y aunque nadie me lo prohibiera, en mi interior siempre había algo que me hacía aborrecerlo. Desde ese día, desde que escuché esas palabras y todo cambió, se derrumbó mi infancia y ya nada fue igual.  - Voy a por tabaco hijo, ya vuelvo.

IGC

NUNCA MIRES ATRÁS

 Muchas veces te repiten esta frase pero, ¿y si huebiera mirado atrás?  ¿y si me hubiera vuelto a mirarla?  Quizá todo hubiera sido diferente. Ya es tarde para cambiar el destino, ahora yo estoy solo, ella también. Yo no me volví para buscar sus ojos, ella no se volvió para encontrar mi mirada y aunque los dos estábamos deseando correr el uno hacía el otro, seguimos adelante. Hablo el orgullo y ganó la batalla.

IGC

SORPRESAS

Cada día es una oportunidad, un nuevo comienzo, una ventana que se abre ante nosotros y nos ofrece infinitas posibilidades. Cada día es único e irrepetible. Al doblar una esquina, en el trabajo, en el supermercado, paseando por el parque...Quién sabe dónde nos encontraremos, en algún momento, en algún lugar...Allí estabas.

IGC

EL AROMA DE LAS AZUCENAS

No puedo recordar con claridad su cara, ni tan siquiera el timbre de su voz cuando me susurraba al oído.  Solamente quedan, como en un naufragio, algunos recuerdos inconexos, perdidos en el almacen desvencijado de la memoria de un viejo. Dicen que el olfato es el sentido que nos evoca más recuerdos y, debe ser cierto, porque lo único que recuerdo con claridad es su olor, aquel aroma de azucenas que, aunque hayan pasado mil años, me acompañará hasta el fin de mis días.

IGC